Durante febrero fueron devastados 322 kilómetros cuadrados de vegetación nativa, un 61,8% más que en el mismo período de 2022. Se trata de la más alta devastación registrada para un mes de febrero desde 2015.
RIO DE JANEIRO.- La deforestación en la Amazonía brasileña se disparó en febrero un 61,8 % frente al mismo período de 2022 e incluso desde antes de terminar el mes ya era la más alta para el período desde que comenzó a realizarse la medición, informó este viernes el Gobierno.
De acuerdo con los datos del sistema de alertas de deforestación del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe, por sus siglas en portugués), el mes pasado fueron devastados 322 kilómetros cuadrados de vegetación nativa.
Además de superar significativamente los 199 kilómetros cuadrados destruidos en el mismo mes de 2022, se trata de la más alta devastación registrada para un mes de febrero desde 2015, cuando el Gobierno empezó a realizar la medición con el Sistema de Detección de Deforestación de la Amazonía Legal en Tiempo Real (Deter).
El área destruida en el bioma el mes pasado también fue un 93,3 % superior a la de enero, cuando perdió 166,58 kilómetros cuadrados.
En el primer mes del año, la deforestación de la más extensa selva tropical del planeta registró una fuerte caída (-61,3 %) en el comparativo interanual y disminuyó un 27 % frente a diciembre.
Ese mes, sin embargo, los expertos enfatizaron que los datos eran parciales, ya que la densa nubosidad registrada sobre el bioma en enero impidió que los satélites pudieran captar áreas devastadas en más de la mitad de la Amazonía brasileña.
Así las cosas, es muy posible que en febrero el Deter haya registrado la devastación que no consiguió captar en enero.
En 2022 la Amazonía brasileña perdió 10.278 kilómetros cuadrados de cobertura vegetal, un nivel nunca antes visto desde que en Brasil se realiza la medición con el Deter.
Y es que la deforestación del bioma se incrementó casi un 60 % en los cuatro años del Gobierno de Jair Bolsonaro (2019-2022) frente al cuatrienio anterior por la falta de controles y el debilitamiento de los órganos ambientales, pues el líder ultraderechista defiende la explotación de recursos naturales en la selva, incluso en reservas indígenas, donde es prohibido por ley.
La recuperación de la Amazonía brasileña es uno de los principales compromisos anunciados por Luiz Inacio Lula da Silva desde que fue elegido presidente del gigante sudamericano, promesa que reiteró al asumir su tercer mandato el 1 de enero pasado.
En su primer mes de Gobierno, Lula reactivó el Fondo Amazonía, financiado por Noruega y Alemania y en el que también anunció que participará Estados Unidos; revocó polémicas medidas de Bolsonaro y montó un grupo con 17 ministerios para definir políticas de preservación de la selva.
Asimismo enfrentó una fuerte lucha contra la extracción ilegal de metales preciosos en el bioma tras la crisis sanitaria descubierta en la reserva yanomami, causada por la invasión de unos 20.000 mineros que todavía están siendo expulsados del territorio indígena por las autoridades.
“Acabamos de salir de un Gobierno que apoyaba la deforestación. Hasta que la fiscalización y el control no lleguen a todo el territorio, los deforestadores ilegales seguirán aprovechando para actuar”, afirmó Rómulo Batista, portavoz para la Amazonía de Greenpeace Brasil, al atribuir el aumento de la devastación en el primer bimestre a efectos de las políticas de Bolsonaro.
EFE.